El Gendarme de Saint-Tropez |
La figura del acomodador era muy importante en este tipo de cine de reestreno, ya que las localidades no estaban numeradas y cada cual se sentaba donde quería. Una vez iniciada la proyección el acomodador tenía la misión de ir completando las filas de butacas con cierta técnica para no dejar huecos y que las filas de asientos se fueran completando de forma uniforme. También debía de tener el "tacto" de poner a las parejitas de novios en las últimas filas para que sus arrumacos no fueran silbados por el resto de público..."¡esos de ahí...ehhhh que la película está en la pantalla!".
También el acomodador era el encargado de expulsar a aquellos espectadores que fumaban en la sala, porque sí, en el cine de aquella época ya estaba prohibido fumar.... ¿Qué quien era el colaborador y el chivato? Pues el operador de cine, que desde su posición y gracias al haz de luz que proyectaba la cámara, podía ver de una forma muy aproximada en qué fila y butaca se estaba apurando el cigarrillo (o el puro habano, como en El cabo del miedo) sin equivocarse mucho. Vamos, que un servidor ejercía de "Google Maps "de la época.
Los gestos de Louis de Funés |
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Uno de los personajes en los que más se convertía este actor era el de gendarme o inspector de policía, pero en una especie de contraposición con el agente 007, es decir, torpe, metiéndose en líos en cada escena, poniendo de los nervios a sus superiores...
Gran éxito conocieron su serie de películas consagradas al malvado "Fantomas", especie de villano enmascarado (con raigambre en la literatura y el cine mudo francés) al que Funès pretendía detener con la ayuda de un periodista, al que confunde con el propio Fantomas o con algún colaborador suyo. Rodadas a finales de los años 60, se proyectaron frecuentemente en las salas de cine de sesión doble a finales de los 70 e incluso a principios de los 80.
En Rabbi Jaccob se se puede ver al Funés mas gestual y alocado. Una de las escenas más populares es la del baile de nuestro protagonista reconvertido en rabino, que aquí podéis reproducir.
Y para terminar, nunca olvidaré el pasar por Saint-Tropez, en un viaje que hice por la Costa Azul francesa, y la ilusión que me hizo ver los lugares donde se desarrollaba una de las películas más hilarantes de Funès, El Gendarme de Saint-Tropez.
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